martes, 28 de julio de 2009

El Predicador

Había un predicador que, cada vez que se ponía a rezar no dejaba de elogiar a los bandidos y desearles toda la felicidad posible. Elebaba las manos al cielo diciendo "!Oh, señor: ofrece tu misericordia a los calumniadores, a los rebeldes, a los corazones endurecidos, a los que se burlan de la gente de bien y a los idólatras!".
Así terminaba su arenga, sin desear el menor bien a los hombres justos y puros. Un día sus oyentes le dijeron:
"No es costumbre rezar así! Todos estos buenos deseos dirigidos a los malvados no serán escuchados."
Pero él replicó:
"Yo debo mucho a esa gente de la que hablaís y por esa razón ruego por ellos. Me han torturado tanto y me han causado tanto daño que me han guiado hacia el bien. Cada vez que me he sentido atraido por las cosas de este mundo, me han maltratado. Y todos esos malos tratos son la causa por la que me he vuelto hacia la FE".

No hay comentarios:

Publicar un comentario